Muy a menudo
pasamos por alto las pequeñas cosas, esas pequeñas cosas que hacen que nuestra
vida sea nuestra y de nadie más. Las pequeñas cosas que nos separan de los
demás: yo de ti, tu de ella, ella de aquellos. Sin estas pequeñas cosas todos seriamos
la misma persona en gran parte. La forma en que preparas tu café en la mañana, la
manera en que utilizas los dedos como tambor al ritmo de la música en tu coche,
tu preferencia de clima, el sitio correcto en tu espalda que se siente tan bien
cuando te frotan y la persona que te ama lo suficiente para hacerlo. Todas
estas pequeñas cosas componen la sinfonía que se está reproduciendo en estos
momentos mientras escribo estas palabras, y aún así, a medida que las lees e
incluso aún después de que se hayan convertido en un recuerdo más, en lugar de
ser el presente. Supongo que la dura realidad de la vida es que yo, al igual
que tu y todos los demás son finitos. No tenemos el lujo de vidas extra y los
cuerpos indestructibles. Tampoco tenemos la ventaja de tener previsión en el
futuro.
¿Alguna vez has
mirado por la ventana en la noche observando a la gente caminando por la calle
y pensaste que tú serias la única persona en el mundo que vivirá para siempre; que
de alguna manera tu serías la persona que sacudiría los cimientos de la tierra
una y otra vez, y que el mundo de alguna manera estaría a tu disposición? Yo sí.
En muchos casos lucho contra esa ilusión que intenta colarse cuando las cosas
van muy bien, y yo en mi ilusa emoción, por una fracción de segundo le doy un vistazo
a todo lo que tengo y pienso en "lo grande y maravillosa que es mi vida".
Es durante estos momentos de verdadera satisfacción que otro pensamiento se
arrastra a través de las grietas de mi vigilada conciencia. La idea y el hecho
de que todas estas cosas que guardo con tanto cariño, toda esta vida que quiero
vivir, toda esa gente que quiero amar, y que quiero que me amen, son tan finita
como yo. Toda esa gente que yo quiero también tiene la oportunidad de vivir más
años que yo, así como yo tengo la oportunidad de vivir más años que ellos. La
parte más difícil de amar la vida es que realmente entiendes que la perderás.
No importa cuán grande o noble seas, cuán rico o pobre, cuán débil o fuerte,
nosotros como individuos no tenemos voz en las leyes de la naturaleza y solamente
estamos en el viaje que se nos ha concedido.
Al pensar en
estas cosas siempre hay que preguntarse: ¿Estoy realmente apreciando lo que
tengo, como si algún día lo voy a perder? ¿Estoy realmente siendo apreciado por
los demás, o solo dan por hecho el que estoy aquí? Si alguna vez apuestas, apuesta
al hecho de que perecerás y se acabo. No hay trompetas, ni desfiles y tampoco hay
despedida final, no, todo lo que pasó mientras tus ojos quedaban cerrados y tu
cuerpo se transformaba en frío, carente de toda la vida que una vez representó
y se convirtió en una memoria no consciente, ya no es capaz de elegir, porque
ya la naturaleza ha elegido. Echa un vistazo a tu alrededor, echa un vistazo a
las cosas en tu casa y las cosas en tu mundo, porque lo más probable es que
todas esas cosas van a estar mucho tiempo después de que hallas dejado de
existir y serán apreciadas por otra persona, ya no por ti, porque tú ya no
estás, porque tu ya no representas nada. ‘Tu’ es una palabra para los vivos, no
para los muertos, tal como lo son los sentimientos, acciones e ideas.
¿Amas? ¿De verdad
amas? ¿Valoras esas relaciones que en estos momentos están viviendo su
existencia como un juguete de cuerda? Todo está llegando a su fin tan pronto
como comienza, ¿estás consciente de esto? Si de alguna manera la naturaleza te
concediera, de todos los miles de millones que se han ido antes y probablemente
se irán después, una manera de conocer tu destino, tu línea de tiempo, tu vida
en su totalidad, ¿creerías posible que en un día a 30 años de distancia a
partir de ahora, dejaras de existir? ¿Crees que aun sabiendo la fecha, ese día
llegara? Que serás al que guardaran luto y que tú ya no estarás aquí. ¡Quiero
EXISTIR! ¡Quiero vivir! Quiero seguir por siempre, quiero saberlo. Quiero
sentirlo. Quiero oírlo. Quiero que la sinfonía de la vida siempre suene en mis
oídos para siempre, y quiero saber en mi corazón y alma que nunca voy a perder a
los que amo, que de alguna manera voy a ser diferente, especial. Pero… ¿Para qué perder el tiempo intentando evitar
la más pura de las verdades? el equilibrio que es la vida y la muerte, el
regalo y el robo que todos experimentaremos.
Una de las líneas
más destacadas para mí en un libro que leí fue lo siguiente: "Cuando uno
se muere, no importa cuántas personas estaban allí contigo, tu mueres
solo." Tan triste, tan siniestro, tan duro, tan cierto. Aunque de alguna
forma siempre podemos evitar ser nosotros mismos, siempre seremos nosotros
mismos. Podemos luchar por cuánto tiempo sea necesario contra esto y podemos ganar
durante el tiempo que podamos ganar, pero más allá de eso, ninguna persona
puede ser vencedora, porque ya no habrá batallas para combatir una vez que esas
personas se den cuenta de quienes somos en realidad y que estamos envejeciendo
como ellos mismos envejecen. Nosotros no somos los dioses de la fábula que
vivimos por siempre, somos los hombres de la realidad cuyas acciones nos hacen
grandes, no nuestra herencia. Esas cosas, esas cosas finitas son las cosas más
valiosas por eso mismo, porque terminan. ¿Qué valor tiene una gran masa de
materia girando en los más lejanos confines del espacio si no hay vida? ¿Qué
valor tiene el cadáver de una persona después de su conciencia, aquello que lo
hace quién es y qué con el tiempo desaparece? No vale nada y será mejor
acostumbrarse a la idea, porque no tenemos una segunda oportunidad, así de
simple. Estoy escribiendo esto porque quiero que esa terrible ola de verdad te
moje sobremanera mientras me lees. Quiero que este dolor llene tu corazón y que
este miedo te cubra como manta y luego quiero que mires a tu alrededor ¡y que
te importe tu existencia! Que valores lo que se puede valorar mientras estas aquí,
No hay nada que sea más valioso, no hay nada más grande y nada más raro que las
relaciones y las ideas y sentimientos y los sonidos y las vistas y sabores y
olores, y ... y ... y ... LA VIDA. No hay nada más raro y precioso que la vida…
NADA Nada. Nada, porque una vida representa mucho más que lo que se podría
calcular alguna vez, te representa a ti y sólo a ti, a nadie más.
Lo que de lejos
parece que son miles de millones en el número de un recurso renovable en
realidad es todo lo contrario de la verdad. Una mentira, una mentira que, si se
infiltra en tu espíritu, te impide ver la rareza y la preciosidad y el valor de
tu vida, o la vida de los demás o la mía. ¿Acaso eres tan ingenuo como para
pensar que tú eres el único que ha tenido esos pensamientos? ¿Que somos los
únicos que han tenido esos pensamientos? La verdad es que mucha gente ha tenido
los mismos pensamientos de invulnerabilidad ¡y muchos de ellos ya se han ido, han
muerto y ya no van a volver! ¿Se dieron cuenta de la rareza y singularidad de
su vida antes de haberse ido? ¿Lo sabré yo? ¿Lo sabrás tú?
Estoy
relativamente seguro de que algún día, alguien va a leer estas palabras que en
la actualidad existen mientras estoy sentado frente a una pantalla de
computadora, pero que en algunos años serán un recuerdo de alguien que dejo de
existir. Así como cuando el sol de la mañana comienza su ascenso y desciende a
través del cielo, un proceso que seguirá sucediendo, no importa lo que yo haga,
y lo que hizo esta observación cotidiana en particular especial es que me di
cuenta y me encantó, me encantó, porque esa observación es mía y sólo mía. Tu,
el lector no tendrás este hermoso momento, pero tu tendrás tus propios momentos
especiales, mi deseo es que tú los encuentres, que los veas y que les des su
justo valor, porque si no valoras tu vida, nadie lo hará. ¿Por cuánto dinero
estarías dispuesto a morir? ¿Cuánto puedo pagarte para que te vueles los sesos
después de haberte dado un cheque? Nombra el precio y le habrás dado el
verdadero valor a tu vida. ¿Lograste encontrarle valor? Te preguntaste, "¿Qué
tan alto precio puedo darle a mi vida y que tanto vale la pena para mí?"
¿Sabes por qué no pudiste llegar a una cifra razonable? porque nada importa si tú
no estás para valorarlo.
Sí, estas
palabras se leerán una y otra vez y otra vez, pero algún día, algo va a cambiar,
voy a desaparecer y no voy a saber si algo más está sucediendo o si después de
que mis ojos se hayan cerrado, la tierra dejo de existir. No voy a estar en
torno a saberlo y ese hecho no importa, ya que hasta la última gota de mi ser y
lo que de verdad importa esta aquí, ahora. No se encuentra en estas palabras
que me sobrevivirán, está en el hecho de que alguna vez las sentí, y que alguna
vez las escribí, y que alguna vez llore sobre ellas. No importará entonces que
estas palabras las escribí hoy, miré a quien me es más preciado en el mundo y agradecí
el haberla encontrado cuando aún la pude conocer y que la ame cuando ella aún podía
ser amada y la besé mientras ella aún podía ser besada… y esto no puede ser
arrancado de mi, ni puede ser tomado de ella, porque eso y tantas otras cosas
tan a menudo pasadas por alto son las únicas cosas que importaban realmente,
porque fueron las cosas que me hicieron una persona y me hicieron valioso y ni
siquiera la muerte puede quitarme las cosas que mientras yo estaba aquí me
encantaron, porque están conmigo hasta que yo sea nada, y entonces, sea quien sea llévatelo, ya no me
importara, porque nadie nunca tendrá mi sentimientos, ni los momentos que fueron
míos porque ya se han ido, para siempre fuera del alcance de los que escucharon
sobre ellos o nunca escucharon sobre ellos. Ellos fueron yo, ellos fueron yo, y
yo estaba vivo.